Tomada de El almuerzo en la hierba, una antología seleccionada por Jaime Fernández y traducida por María Teresa Gallego y Amaya García:
Para dar a conocer la verdad no es necesario decirla, y quizá podamos captarla con mayor certidumbre, sin necesidad de esperar a las palabras y sin siquiera tenerlas mínimamente en cuenta, en mil señales externas e incluso en determinados fenómenos invisibles, que son, en el mundo de los caracteres, lo mismo que los cambios atmosféricos en la naturaleza física. Quizá podría haberlo sospechado, pues yo mismo, a la sazón, solía decir a menudo cosas totalmente ajenas a la verdad, mientras la daba a conocer mediante tantísimas confidencias involuntarias de mi cuerpo y de mis actos".
(del volumen III de En busca del tiempo perdido)
"Sabemos, en teoría, que la Tierra gira, pero de hecho no nos damos cuenta; el suelo que pisamos no parece moverse y vivimos en paz. Otro tanto sucede con el Tiempo en la vida. (volumen II)
"Igual que existe una geometría en el espacio, existe una psicología en el tiempo, en que los cálculos de una psicología plana no serían ya exactos porque no tendríamos en cuenta el tiempo ni una las formas que adopta, el olvido: el olvido, cuya fuerza empezaba yo a notar y que es una herramienta tan poderosa de adaptación a la realidad porque destruye poco a poco en nosotros el pasado superviviente que está en constante contradicción con ella". (vol. VI)
"El ser que había vuelto a nacer en mí cuando, con aquel estremecimiento de dicha, oí el ruido ese que les era común a la cuchara que toca el plato y al martillo que golpea la rueda, y cuando noté el desnivel de los pasos en los adoquines del patio de Guermantes y del baptisterio de San Marcos, ese ser sólo se nutre de la esencia de las cosas, sólo en ellas halla la subsistencia y sólo en ellas se deleita. Se mustia si contempla el presente, en que los sentidos no pueden proporcionársela, si se fija en un pasado que la inteligencia le agosta, si espera un porvenir que la voluntad construye con fragmentos del presente y del pasado a los que desvía aún más de su realidad, no conservando de ellos sino lo que encaja con la finalidad utilitaria y cicateramente humana que les asigna. Pero si un ruido oído anteriormente, si un olor notado antaño vuelven a oírse o a notarse, en el presente y en el pasado a un tiempo, reales sin ser actuales, ideales sin ser abstractos, en el acto queda liberada la esencia permanente y habitualmente oculta de las cosas, y nuestro yo auténtico, que parecía muerto, y a veces desde hacía mucho, pero que no lo estaba en absoluto, despierta y cobra vida al recibir el alimento celestial que le traen. Un minuto, manumiso del orden del tiempo ha vuelto a crear en nosotros al hombre manumiso del orden del tiempo para que sintamos su esencia. Y ese hombre se comprende que confíe en su alegría; incluso aunque en el simple sabor de una magdalena no parezcan darse, lógicamente, las razones de esa alegría, se comprende que la palabra «muerte» carezca de sentido para él; si está fuera del tiempo, ¿qué podría temer del futuro? (vol. VII)
"Porque los trastornos de la memoria tienen mucho que ver con las intermitencias del corazón. Es seguramente la existencia de nuestro cuerpo, que nos parece semejante a una vasija donde está encerrada nuestra espiritualidad, lo que nos anima a suponer que siempre están en posesión nuestra todos los bienes interiores, las alegrías pasadas, todos los dolores. Quizá carece no menos de exactitud creer que estos huyen o que regresan (vol. II)
"Los días van cayendo poco a poco encima de los anteriores y, a su vez, los entierran los siguientes. Pero todos los días pasados se quedan depositados en nosotros como en una inmensa biblioteca donde hay libros más viejos, y algún ejemplar que seguramente nadie pedirá nunca. No obstante, si ese día pasado, cruzado por el espacio traslúcido de las épocas siguientes vuelve a la superficie y nos cubre, tapándonos del todo, entonces, por un momento, los nombres recuperan el significado antiguo; y las personas el rostro antiguo; y nosotros nuestra alma de entonces; y sentimos, con un sufrimiento inconcreto, pero que se ha vuelto tolerable y no durará, los problemas que hace mucho se tornaron insolubles y tanto nos angustiaban a la sazón. Se compone nuestro yo de la superposición de nuestros estados sucesivos. Pero esa superposición no es inmutable como los estratos de una montaña. Hay perpetuamente plegamientos que hacen aflorar las capas antiguas". (vol. VI)
"Esa era la razón de que hubiese cesado las preocupaciones referidas a mi muerte en el preciso momento en que reconocí, inconscientemente, el sabor de la magdalenita, ya que en ese momento la persona que yo había sido era un ser extratemporal y, por lo tanto, despreocupado de las vicisitudes del porvenir. Aquel ser nunca había acudido a mí, nunca se había manifestado sino fuera de la acción, del disfrute inmediato, en todas las ocasiones en que el milagro de una analogía me había permitido evadirme del presente. Solo él tenía el poder para hacerme recuperar los días pasados, el tiempo perdido, ante el que los esfuerzos de mi mente y mi inteligencia siempre iban a encallarse. (vol. VII)
"El tiempo que cambia a las personas no modifica la imagen que de ellas nos ha quedado. Nada resulta más doloroso que esa oposición entre la alteración de las personas y la fijeza del recuerdo cuando caemos en la cuenta de que tenemos una vida vagabunda, pero una memoria sedentaria (vol. VII)
“Pero aun desde el punto de vista de las cosas más insignificantes de la vida, no somos un todo constituido materialmente, idéntico para todo el mundo y de cuyo contenido pueda cualquiera limitarse a tomar constancia como si se tratase de un pliego de cargos o un testamento; nuestra personalidad social es una creación del pensamiento de los demás. Incluso ese hecho tan sencillo que llamamos ‘ver a una persona conocida’ es, en parte, un hecho intelectual. Rellenamos la apariencia física de la persona a la que estamos viendo con todas las nociones que poseemos de ella y, en el aspecto global con cuya representación contamos, esas nociones son seguramente las que más lugar ocupan”. (vol.I)
“Nuestro error es creer que las cosas suelen presentarse tal y como son en realidad, los nombres tal y como se escriben, las personas según esa noción inmóvil que proporcionan de ella la fotografía y la psicología. De hecho no es eso en absoluto lo que vemos habitualmente. Vemos, oímos, concebimos el mundo de mala manera. Repetimos un nombre tal y como lo oímos hasta que la experiencia rectifique el error, cosa que no siempre sucede (…) No tenemos del universo sino visiones informes, fragmentadas, y que completamos con asociaciones de ideas arbitrarias, que crean sugestiones peligrosas”. (vol. VII)
“La impresión es para el escritor lo que la experimentación para el científico, con la diferencia de que en el científico la labor de la inteligencia es anterior y en el escritor llega después. Lo que no hemos tenido que descifrar ni aclarar mediante un esfuerzo personal, lo que ya estaba claro anteriormente a nosotros, no es nuestro. Solo procede de nosotros lo que sacamos de la oscuridad que llevamos dentro y de la que nada saben los demás”. (vol. VII)
“…para escribir el libro esencial, el único libro auténtico, un gran escritor no tiene que inventárselo, en el sentido usual, puesto que existe ya en todos y cada uno de nosotros, sino traducirlo. El deber y la tarea de un escritor son los de un traductor” (vol. VII)
“…los libros auténticos tienen que ser hijos no de la plena luz y la charla sino de la oscuridad y del silencio”. (vol. VII)
Literatura:
"[…] el hábito determina tanto el estilo del escritor cuanto el carácter del hombre, y el autor que se ha conformado en varias ocasiones con alcanzar, al expresar lo que piensa, una forma un tanto grata, está asentando así para siempre los límites de su talento. (vol. II)
Lenguaje:
"[…] en aquella época aún pensaba que las palabras eran la forma de contarles a los demás la verdad. Incluso las palabras que me decían depositaban con tanta eficacia su significado inalterable en mi mente sensible que me parecía del todo imposible que alguien que hubiera dicho que me quería no me quisiera […]. (vol. III)
"La ignorancia en que nos hallábamos de esa brillante vida de sociedad que llevaba Swann se debía en parte, claro está, a que era de carácter reservado y discreto; pero también a que, a la sazón, la clase media tenía de la sociedad una idea que recordaba hasta cierto punto a la que tienen en la India y consideraba que se componía de castas cerradas en que todos ocupaban desde que nacían el mismo rango que sus padres y de las que nada, a no ser los azares de una carrera excepcional o de un matrimonio inesperado, nos podía sacar para situarnos dentro de la casta superior". (vol. I)
"Las tres cuartas partes de los esfuerzos ingeniosos y de las mentiras fruto de la vanidad, tan habituales desde que el mundo existe en personas a quienes, de ese modo, les hacían de menos, se los prodigaron éstas a los inferiores. Y Swann, que era sencillo y descuidado con una duquesa, temía que lo despreciasen y era afectado en presencia de una doncella". (vol. I)
"[…] hay momentos en los que necesitamos salir fuera de nosotros y aceptar la hospitalidad del alma de los demás, a condición de que esta alma, por humilde y fea que nos parezca, sea un alma ajena". (vol. III)
“Que creamos que una persona es partícipe de una vida desconocida en que nos introduciría su amor, eso es lo que requiere el amor para nacer, y lo que más le importa y lo mueve a no tener muy en cuenta todo lo demás”. (vol. I)
“El amor físico, tan injustamente desacreditado, fuerza de tal modo a cualquier persona a mostrar hasta las mínimas parcelas de bondad que en ella residen y su capacidad de entrega, que su entorno más inmediato la ve resplandecer”. (vol. I)
“Pero, a la edad, un tanto desengañada ya, a la que se estaba acercando Swann y en que sabemos contentarnos con estar enamorados por el gusto de estarlo, aspirando muy poco a la reciprocidad, esa aproximación de los corazones, aunque no sea ya, como en la primera juventud, la meta hacia la que tiende necesariamente el amor, no por ello deja de existir una asociación de ideas tan fuertemente vinculadas al amor que puede convertirse en causa de amor si aparece de forma previa. Antes soñábamos con poseer el corazón de la mujer de la que estábamos enamorados; más adelante, notar que poseemos el corazón de una mujer puede bastar para que nos enamoremos de ella. Y así, a esa edad en que parecería, porque buscamos sobre todo en el amor un placer subjetivo, que la parte del gusto por la belleza de una mujer debería ser preponderante, puede nacer el amor —el amor más físico— sin que exista en su base un deseo previo.
En esa época de la vida hemos padecido ya el amor varias veces; ya no evoluciona él solo según sus propias leyes desconocidas y fatales ante nuestro corazón asombrado y pasivo. Le echamos una mano, lo alteramos con la memoria y con la sugestión. Vuelven los recuerdos, al reconocer uno de sus síntomas, y propiciamos que vuelvan a nacer los demás. Como nos sabemos ya la canción, que llevamos grabada entera por dentro, no necsitamos que una mujer nos diga cómo empieza —comienzo repleto de la admiración que inspira la belleza— para saber cómo sigue. Y si ella la empieza por la mitad —en ese punto en que los corazones se aproximan, en que se habla de no vivir ya sino uno para otro— estamos ya lo bastante acostumbrados a esa música para alcanzar en el acto a nuestra pareja en el pasaje en que nos está esperando”. (vol. I)
“No cabe duda de que pocas personas entienden el carácter puramente subjetivo de ese fenómeno que es el amor y que consiste en algo así como la creación de un apersona añadida, diferente de esa que lleva en sociedad el mismo nombre que nosotros y cuyos elementos proceden en su mayoría de nosotros mismos”. (vol. II)
“… si la vida no les trae cambios a nuestros amores, seremos nosotros quienes querremos traerlos o fingirlos, y hablar de separación, pues hasta ese punto notamos que todos los amores y todas las cosas van evolucionando velozmente hacia el adiós. Queremos llorar las lágrimas que vendrán con ese adiós mucho antes de que llegue”. (vol. V)
“… amar es un maleficio como esos que salen en los cuentos, contra los que nada se puede hasta que concluye el sortilegio”. (vol. VII)
“… como supe que más adelante, una angustia como esta lo estuvo atormentando muchos años y nadie como él habría podido comprenderme; supo de esa angustia que da saber que la persona amada está en un lugar de diversión donde no estamos nosotros, adonde no podemos ir a reunirnos con ella por el amor, ese amor al que está predestinada esa angustia, como quien dice, y que la acaparará y la convertirá en especialsita suya”. (vol. I)
“Por lo demás, los celos son una de esas enfermedades intermitentes de causa caprichosa, imperativa, siempre idéntica en el mismo enfermo y, a veces, diferente por completo en otro. (…) No hay celoso cuyos celos no admitan ciertas derogaciones. Hay quien consiente en que lo engañen con tal de que se lo cuenten; y otro, con tal de que se lo oculten; en lo cual no es aquél menos absurdo que este, ya que si a este lo engañan más, puesto que le esconden la verdad, aquél exige en dicha verdad el alimento, el crecimiento y la renovación de los sufrimientos que padece”. (vol. V)
“Y resulta así que los celos son interminables, pues incluso aunque el ser amado hubiera muerto, por ejemplo, y no pudiera ya causarlos con su comportamiento, ocurre que hay recuerdos que, posteriormente a cualquier acontecimiento, se portan de forma tal en nuestra memoria como si fueran también acontecimientos, unos recuerdos que no habíamos aclarado hasta ahora y a los que basta con que reflexionemos, sin ningún hecho exterior, para darles un sentido nuevo y terrible (…) Por lo tanto no debemos temer en el amor, como sucede en lal vida cotidiana, solo el porvenir, sino, además, el pasado, que muchas veces no cobra realidad para nosotros más que después del porvenir, y nos estamos refiriendo solo al pasado del que nos enteramos a posteriori, sino de ese que llevamos mucho conservando por dentro y que, de pronto, aprendemos a leer”. (vol. V)
“Los celos son también un demonio que es imposible exorcizar y regresan siempre para encarnarse en una nueva forma”. (vol. V)
“Es asombroso qué poca imaginación tienen los celos, que se pasan la vida haciendo, sin salir de la falsedad, suposiciones de poca monta, cuando de lo que se trata es de descubrir la verdad”. (vol. VI)
“…puesto que para los celos no existen ni pasado ni futuro y que lo que imaginan siempre es presente”. (vol. VI)
"Intentamos hallar en las cosas, que un hecho así ha convertido es muy valiosas, el reflejo que proyectó en ellas nuestra alma; nos decepciona comprobar que, al natural, parecen carecer de ese encanto que le debían, en nuestros pensamientos, a la vecindad con determinadas ideas; hay veces en que convertimos todas las fuerzas de dicha alma en habilidad y en esplendor para influir en personas a las que notamos, desde luego, más allá de nosotros y a las que nunca alcanzaremos”. (vol. I)
“Nos hallamos todos en la obligación, para que la realdiad nos resulte soportable, de cultivar unas cuantas locuras menores”. (vol. II)
“Siempre se nos olvida (que la hermosura y la felicidad) son individuales y, al sustituirlas en nuestras mentes por una categoría convencional que elaboramos, haciendo algo así como el promedio de las diversas caras que nos han agradado y de los placeres que hemos conocido, no tenemos sino imágenes abstractas que son lacias y desabridas porque carecen precisamente de ese carácter de cosa nueva, diferente a lo que ya conocíamos, ese carácter que es lo propio de la hermosura y la felicidad”. (vol. II)
“…hay siempre menos egoísmo en la pura imaginación que en el recuerdo”. (vol. IV)
“…mi destino era no perseguir sino fantasmas, seres cuya realidad tenía yo, en buena parte, en la imaginación; hay personas, efectivamente, -y tal había sido mi caso desde la juventud- para quienes todo cuanto posee un valor fijo que otros pueden comprobar; el dinero, el éxito, las posiciones elevadas no cuenta; lo que necesitan los fantasmas. Por ello sacrifican todo lo demás, arbitran todos los medios y lo ponen al servicio de poder encontrarse con tal o cual fantasma. Pero éste no tarda en desvanecerse, entonces, persiguen a otro, sin que ello impida que vuelvan después al primero”. (vol. IV)
"[…] la genialidad, por no mencionar el talento magno, no procede tanto de elementos intelectuales y especialmente agudos, superiores a los del prójimo, cuanto de la capacidad de transformarlos, de transponerlos. (vol. II)
"Si el arte no era en realidad más que una prolongación de la vida, ¿valía la pena sacrificar algo por él? ¿No era acaso tan irreal como la vida misma?" (vol. V)
"El único viaje auténtico, el único baño de eterna juventud, no sería encaminarnos hacia paisajes nuevos, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de otros cien, ver los cien universos que ve cada uno de ellos, que son cada uno de ellos; y eso podemos conseguirlo con un Elstir, con un Vinteuil; con sus semejantes volamos de verdad de unas estrellas a otras". (vol. V)
"Sólo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber qué ve otra persona de ese universo que no es igual que el nuestro y cuyos paisajes habrían sido para nosotros tan desconocidos como los que puedan existir en la luna. Gracias al arte, en vez de ver un único mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, contamos con tantos mundos a nuestra disposición como artistas originales hay, y son más diferentes unos de otros que los mundos que ruedan por el infinito y que, muchos siglos después de que se haya apagado la lumbre de que brotaban, ora se llamase Rembrandt, ora Vermeer, nos envían su particular rayo de luz". (vol. VII)
"La felicidad le resulta salutífera al cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas de la mente. Por lo demás, aunque no nos descubriese en todas las ocasiones una ley, no por ello dejaría de ser indispensable para encauzarnos hacia la verdad en todas las ocasiones y obligarnos a tomarnos las cosas en serio, arrancando en todas esas ocasiones las malas hierbas de los hábitos, del escepticismo, de la superficialidad y de la indiferencia. Cierto es que esa verdad, que no es compatible con la felicidad ni con la salud, no siempre lo es con la vida. La pena mata a la postre. Con cada pena demasiado grande notamos que se abulta otra vena más, que va desarrollando su sinuosidad mortal por la sien o por de bajo de los ojos. Y así es, poco a poco, como aparecen los estragos en esos terribles rostros de Rembrandt viejo, de Beethoven viejo, de los que todos se reían". (vol. VII)
Homosexualidad:
"Raza sobre la que pesa una maldición y debe vivir en la mentira y el perjurio porque sabe que se considera punible y vergonzoso, inconfesable, ese deseo suyo, eso que constituye para todas las criaturas la magna dulzura de vivir; que tiene que renegar de su Dios, ya que, por muy cristianos
que sean, cuando comparecen ante un tribunal como acusados, no les queda más remedio, en presencia de Cristo y en nombre suyo, que defenderse, como si de una calumnia se tratase, de eso que constituye su vida misma; hijos sin madre, esa madre a quien tienen que pasarse la vida mintiendo, incluso llegada la hora de cerrarle los ojos; amigos sin amistades, pese a todas las personas a quienes inspira amistad ese encanto suyo que con frecuencia se les reconoce […]. Amantes, en fin, […] que tienen casi cerrada la posibilidad de ese amor cuya esperanza les da fuerzas para soportar tantos riesgos y soledades". (vol. IV)
Felicidad
"Lo que nos hace tan dichosos es la presencia en el corazón de algo inestable que nos apañamos continuamente para que dure y de lo que no somos ya casi conscientes en tanto no se mueva del sitio". (vol. II)
Música
"La música, muy diferente en esto del trato con Albertine, me ayudaba a ensimismarme y a descubrir cosas nuevas en mí: esa variedad que había buscado en vano en la vida, en el viaje, cuya nostalgia me hacía sentir no obstante aquella marea sonora y sus olas bañadas de sol que venían a morir junto a mí". (vol. V)
Metamorfosis
"Cuando hemos pasado ya de cierta edad, el alma de ese niño que fuimos y el alma de los muertos de los que procedemos acuden a tirarnos a puñados sus riquezas y sus maleficios y exigen tener arte y parte en los nuevos sentimientos que notamos y en los que, borrando su antigua efigie, volvemos a fundirlos en una creación original. Es así como todo mi pasado, desde mis años más remotos, y, aún más allá, el pasado de mis padres, mezclaban con mi amor impuro por Albertine la dulzura de un afecto filial y maternal al tiempo. Hora llega en que tenemos que acoger a todos nuestros antepasados, que vienen de tan lejos y se reúnen a nuestro alrededor. (vol. V)
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"En realidad cada lector es, cuando lee, el propio lector de sí mismo"
"Una hora no es solo una hora, sino un vaso colmado de perfumes, sonidos, proyectos y climas"
"Las modas cambian cuando expresan voluntad de cambiar"
"Dejemos las chicas divertidas a los hombres sin imaginación"
"No llegamos a cambiar las cosas según nuestro deseo, sino que poco a poco nuestro deseo cambia"
"A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas."
"El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma."
"En cuanto somos desdichados, nos volvemos morales"
"El plagio humano del que resulta más difícil escapar, para los individuos (e incluso para los pueblos que perseveran en sus faltas y van agravándolas), es el de uno mismo."
"La ambición embriaga más que la gloria."
"La felicidad es saludable para el cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas del espíritu."
"La verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos", cita inexacta muy común que resume una frase más larga: "El único viaje verdadero, el único baño de juventud, no sería ir hacia nuevos paisajes, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de cientos de otros, ver los cien universos que cada uno de ellos ve, que cada uno de ellos es"
"Las ideas son sucedáneos de los dolores: desde el momento en que éstos se transforman en ideas, pierden una parte de su acción nociva sobre nuestro corazón y hasta, en el primer momento, la tranformación misma desprende súbitamente alegría."
"No se cura un sufrimiento sino a condición de soportarlo plenamente."
"Nuestros deseos se ponen trabas mutuamente y en la confusión de la vida raras veces una dicha corresponde exactamente a aquel que la había reclamado."
"Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados como mal hechos los labios."
"¿Quién lee mejor que un chico?"
"Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo"
"Vale más soñar la vida propia que vivirla, aunque vivirla es también soñarla."
"Una obra de arte que encierre teorías es como un objeto sobre el que se ha dejado la etiqueta del precio."
"Una ausencia; el rechazo de una invitación a cenar; una rudeza inintencionada, inconsciente, son mucho más útiles que todos los cosméticos y prendas elegantes del mundo."
"El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos."