miércoles, 22 de julio de 2015

Cristóbal de Castillejo, Contra los encarecimientos de las coplas españolas


CONTRA LOS ENCARECIMIENTOS DE LAS COPLAS ESPAÑOLAS

Estando comigo a solas
me viene un antojo loco
de burlar con causa un poco
de las trovas españolas
al presente;
de aquellas, principalmente,
muy altas, encarescidas,
excellentes y polidas
que mucho estima la gente;

y de aquellos estremados
que por estilo perfeto
sacan del pecho secreto
hondos amores penados.
Son del cuento
Garci-Sánchez y otros ciento
muy gentiles caballeros,
que por caos cancioneros
echan sospiros al viento.

No se me achaque o levante
que me meto a decir mal
de aquel subido metal
de su decir elegante;
antes siento
pena de ver sin cimiento
un tan gentil edificio
y unas obras tan sin vicio
sobre ningún fundamento.

Los requiebros y primores
¿quién los niega, de Boscán,
y aquel estilo galán
con que cuenta sus amores?
Mas trovada
una copla muy penada,
él mesmo confesará
que no sabe dónde va
ni se funda sobre nada.

Aunque no por un tenor,
todos van por un camino;
también sabe Guardamino
quexar su mal y dolor
sin paciencia;
no hay dél otra diferencia
al que se cuelga de un hilo,
que no ser tal el estilo
sobre la mesma sentencia.

Y de aquí debe venir
que, contando sus pasiones,
las más comparaciones
van a parar en morir;
van de suerte
que nunca salen de "muerte"
o de "perderse la vida";
quitaldes esta guarida:
no habrá copla que se acierte.

Por donde los trovadores
son de burlas y reír
que no se dan a escrebir
sino penas y dolores.
¡Cosa vana,
que la lengua castellana,
tan cumplida y singular,
se haya toda de emplear
en materia tan liviana!

Coplas dulces, placenteras,
no pecan en liviandad;
pero pierde autoridad
quien las escribe de veras
y entremete
el seso por alcahuete
en los misterios de amor;
cuanto más, si el trovador
pasa ya del caballete.

Y algunos hay (yo lo sé)
que hacen obras fundadas
de coplas enamoradas
sin tener causa por qué.
Y esto está
en costumbre tanto ya,
que muchos escriben penas
por remedar las ajenas,
sin saber quién se las da.

Pero digo que arda en ellas
de los pies a la cabeça:
decidme, ¿a quién endereça
sus coplas y sus querellas?
Si las vende
a la dama que le prende,
¿qué mayor desaventura
que hablar por escritura
con quien sé que no la entiende?

Cuanto más que ni leer
las más saben ni escrebir
y en el dar o rescibir
aún hay algo que hacer.
¡Mal mascada
vais, copla desventurada,
y la que más os estima
devana su seda encima,
y quedáis vos allí aislada!

Ved qué donoso presente:
que la que más fe aventura
por gozar d'esta locura
ni la gusta ni la siente
y el provecho
es que, por vuestro derecho,
alguna dama loquilla,
dirá por gran maravilla:
"¡Ay, qué coplas que me han hecho!"

Pues, si donde era razón
tan pequeño fruto hacen,
con los demás, aunque aplacen,
deshonesta cosa son
y muy vano
exercicio, y aun profano,
publicar yo mis flaquezas,
liviandades y baxezas,
y escrebirlas de mi mano.

Sobra de bien y pan tierno
hace que los amadores
comparen el mal de amores
a las penas del Infierno.
Tú, Cupido,
estás muy favorescido
pensando que aquello es,
mas, donde hay dolor francés,
el tuyo queda en olvido.

Final

Coplas y locuras mías:
vuestro tiempo se ha llegado
para aliviar el enfado
destos trabajosos días.
Todas pasaréis por buenas
siendo aquel que os da favor,
por natura, mi señor,
y, por suerte, mi Mecenas.

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