Juan de Arguijo
(1567–1623)
En segura pobreza vive Eumelo
con dulce libertad, y le mantienen
las simples aves, que engañadas vienen
a los lazos y liga sin recelo.
Por mejor suerte no importuna al cielo,
ni se muestra envidioso a la que tienen
los que con ansia de subir sostienen
en flacas alas el incierto vuelo.
Muerte tras luengos años no le espanta,
ni la recibe con indigna queja,
mas con sosiego grato y faz amiga.
Al fin, muriendo con pobreza tanta,
ricos juzga sus hijos, pues les deja
la libertad, las aves y la liga.
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