martes, 20 de febrero de 2007

Valores castellanos, Francisco de Quevedo

Yace aquella virtud desaliñada,
que fue, si rica menos, más temida,
en vanidad y en sueño sepultada.

Joya fue la virtud pura y ardiente;
gala el merecimiento y alabanza;
sólo se cudiciaba lo decente.

Carnero y vaca fue el principio y cabo,
y con rojos pimientos, y ajos duros,
tan bien como el señor, comió el esclavo.

El rostro macilento, el cuerpo flaco
eran recuerdo del trabajo honroso,
y honra y provecho andaban en un saco

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