martes, 6 de marzo de 2007

AQUEL BARQUITO, Catulo

Aquel barquito que veis cuenta, oh huéspedes,
que él fue, de todas, la nave más rápida,
jamás trabada por el traidor leño
flotante. Bien con los remos volar
podía, si era necesario, bien
con las velas de lino.
Y niega que esto niegue la acechante
costa del Adriático, o las Cícladas,
y Rodas la noble y Tracia Propóntida
terrible o el furïoso golfo Póntico,
donde, antes de barquito, fue un tupido
bosque: pues en la cima del Citoro,
con parlante crin, lanzó silbo hermoso.
A ti, Póntica Amastris, en boj rico
Citoro: afirma que fue conocido
por ti y que en su origen último sobre
tu altura se mantuvo firme; aguas
fueron las tuyas en que hundió sus palas.
Y desde allí portó a su señor, ora
viniera diestra o siniestra del alba
la llamada, por tanto mar soberbio;
ora hiriera Júpiter el velamen
con acción favorable.
Y no había hecho votos a los dioses
costeros, cuando de la mar llegó
por fin hasta este cristalino lago.
Pero esos tiempos pasaron y ahora
envejece en recóndita quietud,
dedicándose a ti, gemelo Cástor,
y también a ti, de Cástor gemelo.

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