martes, 6 de marzo de 2007

RUBAIYATAS, Omar Jayam o Khayyam



I
Cuando caigas bajo el peso del dolor, cuando ya no puedas ni llorar,
piensa en el verdor que reluce tras la lluvia.
Cuando desees una noche total que se abata sobre el mundo,
piensa en el despertar de una flor.

II
Una flor tiembla en la brisa. Y un ruiseñor
le canta un apasionado himno.
¡Bebamos vino! Y olvidemos
que la brisa deshojará la flor, y se llevará el canto del ruiseñor.

III
Hoy o mañana, ya no estarás en este mundo.
Entonces pide vino y disfrútalo.
No seas insensato, comparándote a un tesoro, e imaginando
que abrirán tu sepulcro para llevarse tus restos.

IV
Si el vino es el bálsamo para las heridas,
si el vino alivia las penas del corazón,
¡Traedme todo el vino del universo
pero no me prives del dolor!

V
A un viejo sabio le pedí información sobre la suerte
de los que partieron.
Me respondió:
"Ya no volverán. No sé más. ¡Bebe vino!".

VI
El amor que no conmueve no es verdadero amor.
¿Una antorcha no ilumina, expande el calor de un brasero
acaso, tanto como quema?
El verdadero amante se consume entre el dolor y el gozo.

VII
Bebo vino igual que las raíces beben
la frescura del torrente.Alá es Alá.
Y cuando me creó sabía que yo bebería vino.
Si no bebiera, Alá estaría equivocado.

VIII
Cierra tu Corán. Piensa libremente. Mira el cielo.
Al pobre que pasa, ofrece la mitad de lo que tengas.
Perdona a los culpables. No des tristezas a nadie
y busca un refugio donde ocultarte.

IX
En esa verde llanura, la sombra del árbol parece una isla.
¡Detente ahí donde estás! Entre la ruta que elijas
y esa sombra que camina, haya tal vez
un abismo infranqueable.

X
¿Iré hoy a la taberna? Iré a sentarme en un jardín?
¿Me inclinaré sobre un libro?. Un pájaro pasa. ¿Dónde va?
Ya lo he perdido de vista. ¡Embriaguez de un pájaro en el cielo!
¡Melancolía de un hombre en la sombra fresca de una mezquita!

XI
Resoplas tu impotencia entre el infinito ayer y el inmenso mañana,
hombre ignorante.Y quisieras ubicarte entre ese pasado
y ese porvenir. Mejor sería reposar bajo un árbol,
cerca de una generosa jarra de vino.

XII
¡Qué alma ligera la del vino! Alfareros,
para esa alma talla urnas de paredes bien lisas.
Cinceladores de copas, redondeadlas con amor
y esa alma voluptuosa nos acariciará.

XIII
¡Oh! Bienamada, ¡bebamos!
La aurora brilla en nuestras copas.
Un vaho de rosas se amuralla a tu costado
y tu cabello se derrama como la noche.

XIV
En tu copa de vino brillan mil rubíes.
Hay dos ramas de sándalo a tu lado:
construye con una un laud y abraza a la otra
para perfumarte. ¡Oh, la felicidad!

XV
Aprendí y olvidé mucho voluntariamente.
En mi memoria, cada cosa guarda su lugar.
He conocido la paz el día en que prescindí de todo, con desdén.
Al fin comprendí que es tan imposible afirmar como negar.

XVI
He renunciado a saber qué es el bien y qué es el mal.
El dolor y la felicidad se acercan.
Cuando soy feliz, no le doy más importancia
que cuando sufro.

XVII
¡Perfumes, vino, música juguetes
que el Tiempo destruye!
Meditación, soledad, labor y plegaria,
cenizas que el Tiempo aplasta.

XVIII
Cuando me muera, no habrá rosas, ni cipreses, ni labios rojos.
No habrá más albas ni crepúsculos, ni vino perfumado.
Nada en el universo existirá.
Toda la realidad depende de nuestro pensamiento.

XIX
Si yo hubiese elegido venir ¿habría llegado?
¿O permanecido? ¿Qué habría sido de mí?
No es acaso la mayor fortuna haber elegido
no venir, permanecer, ni estar?

XX
Piensa que este mundo está modelado a tu capricho,
perfectamente recortado de Oriente a Occidente.
Pero debes saber que eres como nieve sobre la arena,
amontonada durante unos, después se derrite y se va.

XXI
Procura que tu prójimo no tenga que sufrir de tu sabiduría.
Domínate siempre, no te abandones a la cólera.
Si quieres encaminarte a la paz definitiva,
sonríe al Destino que te hiere, y no hieras a nadie.

XXII
Más allá de la Tierra, más allá del Infinito,
intentaba ver el Cielo y el Infierno.
Y una voz solemne me dijo:
"El Cielo y el Infierno están en ti".

XXIII
Veloces como el agua del río o el viento del desierto,
nuestros días huyen.
Dos días, sin embargo, me dejan indiferente:
el que partió ayer y el que llegará mañana.

XXIV
No te preocupes por el ayer: ha pasado...
No te angusties por el mañana: aún no llega...
Vive, pues, sin nostalgia ni esperanza:
tu única posesión es el instante.

XXV
Igual que yo, este jarro fue un día un triste amante
prendido en el cabello de una mujer. Contempla su asa.
Ha sido el brazo que rodeó mil veces el blanquísimo
cuello de una mujer hermosa.

XXVI
¡Cómo , oh Dios, al amor nos incita este joven!
Le diste aroma de ámbar y un pelo cual jacinto.
¿Nos impides su goce? Es cual si nos dijeras:
"Vuelca la copa llena, mas no viertas el vino".

XXVII
No dudes en beber y en gozar del amor.
Tendrás tarde o temprano que dormir bajo tierra
sin mujeres ni amigos. No digas esto a nadie:
la amapola marchita no florece de nuevo.

XXVIII
Preferible es beber buen vino, y de mi amada gozar
de su hermosura, aunque por breve tiempo, a esperar
lo que acaso no será. Qué más vale una ruin posesión
que una gruesa esperanza.

XXIX
Un amor en el campo y una copa de vino es lo único que pido.
Cobrar quiero al contadolos placeres.
No creas lo que dicen del Cielo.
Di, ¿quién estuvo allí? ¿Quién del infierno ha vuelto?

XXX
Por qué tanta delicadeza, tanta ternura al comienzo de nuestro amor?
¿Por qué tantos cariños, tantas delicias después?
¿Y por qué hoy tu único placer es desgarrar mi corazón?...
¿Por qué?

XXXI
Todos los seres tratan de recorrer el camino del Conocimiento.
Unos lo buscan; otros afirman que lo han encontrado.
Sin embargo, aún no se ha levantado la voz que un día clamará:
"¡No hay camino!; no hay sendero!"

XXXII
Certeza y duda, error y verdad,
palabras vacías como burbujas.
Irisada u opaca, esta burbuja
es la imagen de la vida.

XXXIII
Me pregunto sobre lo que en verdad es mío.
Me pregunto sobre lo que quedará de mí después de muerto,
la vida transcurre como un incendio. Llamas que el romero olvida,
cenizas esparcidas por el viento: tal es la existencia humana.

XXXIV
Cuando muera, conmigo habrán muerto las rosas, los cipreses,
los labios bermejos y el vino perfumado. No habrá ya albas
ni crepúsculos, penas ni alegrías. El mundo habrá dejado de existir.
El mundo sólo es real en función del pensamiento.

XXXV
¿Temes lo que puede traerte el mañana? Ten confianza; de otro modo,
el infortunio no dejará de justificar tus aprehensiones.
No te adhieras a nada. No interrogues a los libros ni a tu prójimo.
Nuestro destino es incierto, indescifrable.

XXXVI
¡Cuán débil es el hombre y cuán implacable su destino!
Prestamos juramentos que no cumplimos y la propia deshonra
nos deja indiferentes. Yo mismo procedo a veces como si hubiera
perdido mis sentidos, pero tengo la excusa de estar ebrio de amor.

XXXVII
Escucha: si este mundo no es más que una ilusión,
¿Por qué piensas día y noche en tus miserias?
Abandona tu alma a la fantasía de las horas, escrito está tu destino.
Ningún borrón será capaz de corregirlo.

XXXVIII
Mucho aprendí y mucho olvidé por propia voluntad. En mi memoria,
cada cosa tenía su lugar, de modo que si algo estaba a la derecha
no podía transitar a la izquierda. Sólo conocí la tranquilidad el día que repudié todo con desprecio. Al cabo comprendí que no es posible afirmar ni negar nada.

XXXIX
En voz baja, la arcilla dijo
al alfarero que la amasaba:
"No olvides que fui como tú.
¡No me maltrates!"

XL
Los mayores sabios y filósofos caminaron
en las tinieblas de la ignorancia. Sin embargo,
fueron la antorcha de su época. Pero, ¿qué hicieron?
Pronunciar algunas frases y dormirse.

XLI
Un religioso dijo a una ramera:
"Estás ebria, atrapada a cada momento en una nueva trampa".
Ella respondió:
"Oh, Señor, yo soy lo que tú dices, y tú, ¿eres lo que aparentas?"

XLII
¡Un poco de pan, un poco de agua fresca,
la sombra de un árbol y tus ojos!
Ningún sultán es más feliz que yo.
Ningún mendigo es más triste.

XLIII
Cuando la brisa matinal entreabre las rosas y les dice
que ya las violetas desplegaron su espléndido ropaje,
sólo es digno de vivir quien contempla a una joven dormida,
coge su copa, la apura, y la arroja después.

XLIV
Pregúntome lo que en verdad poseo.
Pregúntome lo que restará de mí después de muerto.
Breve es la vida, como un incendio, llamas que el romero olvida,
cenizas que esparce el viento"

XLV
Ni tú ni yo conocemos los misterios de la Eternidad,
ni tú ni yo desciframos este enigma;
tú y yo hablamos solamente de este lado del velo,
y cuando el velo caiga, ni tú ni yo estaremos aquí.

XLVI
Admitamos que hayas resuelto el enigma de la creación.
¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas podido despojar a la Verdad de todos sus ropajes.
¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas vivido cien años feliz y que vivas cien años más.
¿Cuál es tu destino?

XLVII
Lo que el destino escribe, escrito está.
Ni toda tu piedad ni toda tu astucia conseguirían tachar
una sola línea; todas tus lágrimas no lograrían
borrar una sola palabra."

XLVIII
Considera con indulgencia a los hombres que se embriagan, tú
tienes otros defectos.


XLIX
Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: la aurora.
Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche.

L
Si quieres conocer la paz, la serenidad, vuelve los ojos
a los desheredados de la tierra, a los que gimen en el infortunio.

LI
La tierra es un mosaico de dioses y creencias,
de clérigos, profetas, sacros libros y textos:
impiedad, fe, pecado, son sólo los pretextos
que los hombres invocan al luchar como fieras.

LII
Levántate, dame vino. ¿Es este acaso el momento
de las vanas palabras? Esta noche tu boca pequeña
sació todos mis deseos. Dame vino rosado, como tu mejilla.
Mis ratos de arrepentiniento son tan indefinibles como tu cabello.

LIII
Mi único deseo es tener siempre a mano una copa rebosante
y un amor que llene mi corazón. Una vez me dijeron:
«Alá te conceda el arrepentimirnto».
Pero ni Alá me lo ofrece ni yo se lo pido.

LIV
Unas gotas de vino rubí, un pedazo de pan,
un libro de versos... y tú, en un lugar solitario
valen más, ¡mucho más!
que el imperio de un sultán.


LV
Ay, de aquellos corazones en los que no existe la pasión,
que no sienten el hechizo del amor ni la alegría de la juventud!
El día de tu existencia que dejas transcurrir sin amar
es el día más inútil de tu vida.


LVI
Cualldo la violeta embellece su vestido y cuando
la brisa matinal sacude la rosa, el sabio es aquel que,
junto a una adolescente de ágil cuerpo, alza su copa,
la vacía, y luego la rompe contra un piedra.


LVII
Esta ánfora fue un amante atormentado,
encadenado, como yo, por la cabellera de una mujer.
¿Ves esta asa en su cuello?
Era su brazo que rodeaba el cuello de la bien amada.


LVIII
¡Oh, Dios, qué belleza -desvanecedora diste a esta adolescente
que evoca el amor! ¡La embelleciste con ambarina cabellera,
y querías privamos del placer que puede ofreccrnos!
Es como si ordenaras volcar una copa llena de vino, sin vaciarla.


LIX
Conténtate con pocos amigos. No trates de que perdure la simpatía por alguien.
Antes de tomar la mano de un hombre, pregúntate si ella no te golpeará un día.

3 comentarios:

Unknown dijo...

gracias por publicar esta joya.

Huellas dijo...

He llegado aquí a través de un libro de Alice Munro, uno de sus personajes sujetaba en su mano las Rubaiyatas de Omar Jayam.

Huellas dijo...

El azar y la curiosidad han conseguido el hallazgo de un tesoro...