martes, 6 de marzo de 2007

CANTO A MÍ MISMO, Walt Whitman



Yo me celebro y yo me canto,
y lo que me atribuyo también quiero que os lo atribuyáis,
pues cada átomo que me pertenece también os pertenece.
Voy errante e invito a errar a mi alma.

Voy errante y me tumbo a placer sobre la tierra,
para contemplar una brizna de hierba estival.

Mi lengua, cada molécula de mi sangre emanan de este
suelo, de este aire.
He nacido aquí, de padres de cuyos padres nacieron aquí y
cuyos padres también nacieron.
A los treinta y siete años de edad, en perfecta salud,
comienzo a cantar, deseando hacerlo hasta la muerte.

Que se callen los credos y las escuelas,
que retrocedan un momento, conscientes de lo que son y
sin olvidarlo nunca.
Me brindo al bien y al mal, dejo hablar a todos,
a la desenfrenada Naturaleza con su energía original [...]

Me ha tocado en suerte, lo sé, lo mejor del tiempo y del espacio;
nunca he sido medido y no seré medido jamás.
El viaje que emprendo es eterno (¡que todos me oigan!).
Mis signos son un capote contra la lluvia,
fuertes zapatos y un bastón cortado en el bosque,
en mi silla no sestean los amigos,
no tengo cátedra ni iglesia ni filosofía,
no llevo a ningún hombre a una mesa puesta,
a la biblioteca, a la bolsa, pero a cada uno de vosotros,
hombre o mujer, lo llevo a una cumbre.

Mi brazo izquierdo ciñe tu cintura,
mi derecha señala los continentes y el gran camino.
Ni yo ni ningún otro puede andar por ti ese camino,
eres tú quien debe andarlo.

No queda lejos, está a tu alcance,
quizá estabas en él desde que naciste y no lo has sabido,
quizá esté en todas partes, en mar y en tierra.

Échate tus prendas al hombro, hijo mío, y yo traeré las mías y
apresurémonos;
ciudades prodigiosas y naciones libres nos saldrán al paso.

Si te cansas, dame las dos cargas y apoya tu mano en mi
cadera,
Y a su debido tiempo me devolverás el mismo servicio,
porque ya emprendida la marcha nunca descansaremos.

Esta mañana, antes del alba,
subí a una colina para mirar el cielo poblado,
y le dije a mi alma: Cuando abarquemos esos mundos, y el
conocimiento y el goce que encierran, ¿estaremos al fin hartos y
satisfechos?

Y mi alma dijo: No, una vez alcanzados esos mundos proseguiremos
el camino.

Tú también me interrogas y yo te escucho,
contesto que no puedo contestar, tú mismo debes encontrar la
respuesta.

Siéntate un momento, hijo mío,
aquí tienes pan para comer y leche para que bebas,
pero después de haber dormido y haber cambiado de ropa te beso
con el beso del adiós y te abro la puerta para que salgas.

Demasiado tiempo has perdido en sueños deleznables,
ahora te quito la venda de los ojos,
debes acostumbrarte al brillo de la luz y de cada momento de tu
vida.

Demasiado tiempo has vadeado, asido a una tabla en la orilla,
ahora quiero que seas un nadador, que te arrojes al mar, que
reaparezcas, que me hagas una seña, que grites y que agites el
agua con tus cabellos.

Estos son en verdad los pensamientos...

Estos son en verdad los pensamientos
de todos los hombres en todas las
épocas y naciones, no son originales míos,
si no son tuyos tanto como míos,
nada o casi nada son,
si no son el enigma y la solución del enigma,
nada son.

Esta es la hierba que crece
dondequiera que haya tierra y agua,
este es el aire común que baña el globo

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